miércoles, 17 de enero de 2018

LA AUTODESTRUCCION

LA AUTODESTRUCCION

 

   Cabe hacerse la pregunta de si las permanentes denuncias públicas que hace la seudo oposición y el oficialismo que, en apariencia, no tienen la misma acogida o el correlato a su gravedad en los órganos judiciales, ¿cumplen la función pro justiciable a la cual están destinadas o terminan naturalizando los delitos cometidos por los denunciados?

   Podría hacerse un parangón entre lo citado y la contaminación auditiva ambiental, cuando se escucha un sonido diferente y/o más fuerte a los habituales, suele llamarnos la atención y movernos a investigar su origen, máxime si su potencia es de muchos decibeles y altera considerablemente el medio ambiente.
 

 
Ahora bien, si ese sonido se repite con significativa asiduidad, provocará un acostumbramiento, particularmente en nuestra audición, por lo que su constancia acabará haciéndolo habitual y en algún momento dejaremos de considerarlo ajeno a nuestra relación con los otros sonidos del medioambiente que nos circunda.

   Así sucede con las ‘denuncias’ a las que ya nos han acostumbrado los sicofantes y querulantes que forman parte de la seudo oposición política y del oficialismo gubernamental.

   La sociedad ya no las ‘escucha’, sólo las ‘oye’ y las registra como parte de la habitualidad, restándole importancia e internalizándolas como una figura más en el cuadro de la cotidianeidad, más aún, cuando la prensa amarillista y mercenaria de todo estipendio pone más énfasis en la propia denuncia, como acto publicitario, que como prolegómeno de un proceso judicial que debería reflejar la gravedad de los actos avisados con pauta tan estentórea como comercial.

   Así, todo termina en agua de borrajas; en una palabra, la comunidad empieza a considerar las denuncias como un simple acto de agresión hacia el oponente, ya vengan de la seudo oposición o del mismo régimen de La Rosada, y cuando esto se naturaliza se licua toda posibilidad ulterior de hacer Justicia.

   La mesa chica K necesitaba balancear el peso de las acusaciones de que era objeto el gobierno por parte de algunos politicastros que, por otra parte, las usan para sostenerse en la cresta de la ola mediática, entre ellos el sicofante Sanz, la querulante Carrió y sus epígonos de la recua pintarrajeada. Ya no le alcanzaba con los escatológicos Hannibal F., Kunkel, Conti, D’Elía, De Petri, Milani, Hebe y Estelita, entre otros, por lo que trajo al más lenguaraz, pero no por ello menos mendaz, el profeta Kapitanich.

   En una palabra, la Argentina está parada sobre una MENTIRA de dimensiones desconocidas, abonada cotidianamente desde La Rosada, la ‘manzana de la venalidad’, el Palacio de la Injusticia, los organismos del Estado, lo que queda de los partidos políticos, la prensa amarillista y mercenaria de todo estipendio y cuando imbécil y mediocre circula por el país hablando como si supiera y sumando más guano al estercolero.

La pérdida de la capacidad de asombro y, por ende, de sensibilidad respecto a determinadas situaciones que hasta hace no muchos años considerábamos de ralea delictual, es el fiel indicador de que nuestra sociedad se está habituando a ser sometida por un gobierno espurio desde donde se lo mire, que ha logrado que su prédica mendaz y su accionar cuasi criminal sean vistos como algo absolutamente normal y se hable de ello con una indiferencia rayana en la complicidad.

   Hablar con total naturalidad de los acontecimientos que sufre la sociedad nacional, desde la acefalía gubernamental, pasando por el vaciamiento de las arcas del Estado, por la Injusticia manifiesta y terminando por la retahíla de mendacidades espetadas diariamente por el lenguaraz de la mesa chica K y esténtor profesional Kapitanich, es el síntoma más evidente del estado de descomposición en que se encuentran nuestros depauperados valores sociales.

   Un pueblo sin escala de valores está predestinado a desaparecer, porque lleva en sí mismo el germen de su propia destrucción.

 

“Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”.

 

Querulante: Falso renunciante reincidente que adopta esta

            personalidad como modo de vida.



05-02-2014